Los datos de la tragedia
El 29 de octubre de 2024 se produjo un fenómeno meteorológico bien conocido en las cuencas mediterráneas, la llamada gota fría, que se origina como combinación de vientos de levante cargados de humedad de un mar Mediterráneo aún muy cálido tras el verano, y de un embolsamiento de aire frio en altura (DANA). A veces, esta situación simplemente provoca lluvias torrenciales más o menos puntuales, pero, en esta ocasión, las lluvias fueron excepcionales y persistentes en el tiempo y el espacio, hasta el punto de que el pluviómetro de Mas de Calabarra, en Turís, registró el máximo histórico registrado en España en una hora (180 l/m²). Se calcula que cayeron en total más de 2.000 hm3 equivalentes a casi la totalidad del volumen total de todos los embalses de la demarcación hidrográfica del Júcar, que es de 2.800 hm³.

Imagen satélite de la zona afectada en l’Horta Sud y la Rivera
La zona en la que cayó esta cantidad ingente de agua se encuentra en la parte alta de las cuencas del río Magro y del barranco de Poyo, por lo que su escorrentía natural hizo que a la parte baja de sus cuencas llegasen caudales inasumibles por los cauces existentes. En el río Magro, en Algemesí, cerca de su desembocadura en el Júcar, pasaron más de 2.000 m³/s y, en el barranco del Poyo, que es una rambla sin caudal alguno normalmente, se estima que se superaron los 3.500 m³/s en algún momento. Estos caudales son teóricos, pues el desborde de los cauces tiene un efecto laminador. Como orden de escala, baste decir que el río Ebro a su paso por Zaragoza lleva normalmente un caudal de 250 m³/s.
La consecuencia de esta cantidad de agua fuera de sus cauces, a una velocidad considerable, lanzada contra una zona densamente poblada de casi un millón de habitantes y no prevenida, fue devastadora, con un sobrecogedor balance en pérdida de vidas humanas y daños materiales, además de importantísimos daños en todas las infraestructuras y servicios públicos de la región.
Nuestra actuación en esos días
Aunque el sistema de alerta por emergencia a la población se puso en marcha cuando ya era tarde, hay que decir que AEMET había emitido a primera hora de ese día una alerta roja por fuertes precipitaciones que abarcaba a prácticamente la totalidad de la provincia de Valencia. Ante esta situación, con la experiencia de anteriores sucesos, TYPSA decidió a las 10:30 h que sus oficinas en Paterna se evacuaran y que nuestro personal siguiera teletrabajando desde sus domicilios, lo que salvó a gran parte de nuestro personal de situaciones muy complicadas.
Hay que hacer mención especial de los encargados de la explotación de la presa de Buseo, Pedro Rivas y Albert Canet, que, arriesgando su integridad física, lograron llegar hasta la presa esa noche, cuando la avenida había superado con creces la capacidad de evacuación del aliviadero y estaba vertiendo por coronación, con el consiguiente riesgo de colapso. Ellos y otros compañeros han estado vigilando constantemente el estado de la presa día y noche durante los siguientes días.
Nuestra actuación posterior
La devastación provocada por la riada supera todo lo que podamos decir e incluso mostrar en fotografías. Verlo in situ, y sobre todo sufrirlo, no es fácil de describir. Al día siguiente, cuando empezamos a comprender la magnitud de la catástrofe, muchas personas se pusieron a ayudar voluntariamente y sin organización alguna. En TYPSA, muchos de nuestros compañeros de toda España se interesaron, y preguntaron cómo podían ayudar.
Amasijo de vehículos arrastrados por la riada en una calle de una de las poblaciones afectadas
Los más cercanos, no preguntaron, se lanzaron a ese lodazal en que se había convertido l’Horta Sud y la Ribera, y ayudaron como pudieron, llevando material de limpieza, recopilando hidrolimpiadoras, arrimando el hombro.
La dirección de TYPSA se hizo eco de todas estas muestras de solidaridad y puso a disposición de los empleados una cuenta de la Fundación TYPSA para recoger dinero y ayudar urgentemente a los afectados. Se recogieron casi 50.000 euros y la empresa aportó el doble de esta cantidad. También se hizo entrega de material de limpieza que pudimos comprar y del que nos brindó la Dirección Territorial de Murcia. El día 13 de noviembre se repartió una primera ayuda de emergencia a 10 afectados, y se consiguieron 4 vehículos de alquiler provisionalmente para que pudieran desplazarse. Posteriormente, se han proporcionado 7 vehículos a aquellos que los han perdido y el día 27 de noviembre se hizo el ingreso definitivo de las ayudas en metálico, por valor de 142.500 euros, a un total de 15 afectados directos. En total 22 empleados de TYPSA y de nuestra empresa afín Acero se vieron afectados en mayor o menor medida.
Voluntarios acudiendo a ayudar a las poblaciones afectadas
El día 30, el siguiente a la tragedia, TYPSA contactó con los organismos públicos de infraestructuras, tanto estatales, como autonómicos y locales, poniendo a su disposición los medios de la empresa para contribuir a paliar los numerosos daños ocurridos. Ese mismo día, la Demarcación de Carreteras del Estado en Valencia nos encargó que diseñáramos y dirigiéramos las obras para reponer el tráfico en la autovía A-7 de circunvalación de Valencia, en la que se había desmoronado el puente sobre el barranco de Gallego, por lo que se había cortado el tráfico de esta vía por la que circulan a diario más de 80.000 vehículos. Nos pusimos manos a la obra ese mismo día, y en dos semanas se puso en servicio un desvío con tres carriles por calzada.
Paulatinamente todas las administraciones han ido poniendo en marcha diversos contratos de emergencia para reconstruir los daños ocasionados por la inundación y paliar los efectos originados. TYPSA ha dado muestra de su capacidad de respuesta y se encuentra trabajando en la redacción de proyectos, supervisiones de obra y otras actuaciones que contribuyan a recuperar la normalidad lo antes posible.